lunes, 6 de febrero de 2012

Cuando una película pasa a mejor vida

ARTÍCULO LITERARIO
   
   La habitación era pequeña y estaba llena de cosas. Las estanterías llegaban hasta el techo y de entre el polvo de las mismas, había cientos de películas. Unas en VHS, otras en formato mas moderno como el DVD o el Blu-ray. Parecía que me encontraba en un videoclub, pero no era sí, en realidad, me encontraba en casa de un amigo, que es un apasionado del cine. Decir que es un cinéfilo es quedarse corto.

   Cuando me invitó a entrar en esa pequeña, por no decir, minúscula habitación, llegue a agobiarme, pero luego me fui acomodando y llegue a sentirme como en casa. Al final, resultó que el lugar era agradable y hogareño. No sé si fue por la conversación, que como no podría ser de otra forma giro en torno al cine. O quizás fue la atmósfera creada con la decoración, que consistía en: un sillón con orejeras, una mesa ovalada, una lámpara de techo y una mesilla donde reposaba el televisor de pantalla plana.

   Me encontraba cómodo, en ese sillón mullido y blando. Extendí los pies por la alfombra de intrincados colores, ésta tenía restos de palomitas y de patatas fritas. La limpieza, no era una virtud, para mi colega. De ahí, que la lámpara de cristal se viera opaca, que las telarañas de las paredes evitaba poder distinguir su color y que la capa de polvo de la mesa de madera le diera un toque de antigüedad que no tenía.

   Recuerdo que los pósters de la pared suscitaron, para mí, mas de un comentario. Estos, eran de películas famosas. En un lado estaba el cartel de 'Pulp Fiction', de bajo de éste estaba 'Psicosis', 'Con la muerte en los talones' y 'Matar a un ruiseñor'. En otra pared, entre dos estanterías estaba: 'Alien', 'Parque Jurásico' y 'The Thing'. No habría desentonado un peluche de E.T. ni alguna figura de acción de 'Star Wars'.

   Mi amigo, decidió poner en una película en su reproductor VHS. Ya nos encontrábamos comiendo palomitas y hablando, cuando de pronto el video empezó a hacer un ruido extraño. Como si se negase a trabajar, traqueteando y haciendo un gruñido ahogado, como si quisiese arrancar, pero no pudiese. Entonces, empezó a salir humo acompañado de lo que parecía ser la cinta, trasformada en una maraña de confeti. Mi amigo, se llevó las manos a la cabeza y pego un grito como si se estuviera muriendo alguien. Yo no puede hacer otra cosa, que empezar a reír. Él se fue a salvar su amada película, convertida ahora en un puzzle de trocitos de plástico. Yo no podía más y seguir riéndome, a pesar de la cara de asombro, tristeza y dolor de mi amigo. A día de hoy, no he vuelto a ver a está persona, pero cada vez que me acuerdo de la escena, no puedo evitar sonreír.

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